El garrote vil o garrote fue una máquina utilizada para aplicar la pena capital.
Ejecución de un asesino en Barcelona en 1874.
Publicado en La España.
Gustavo Doré.
Fue empleado en España y estuvo vigente legalmente desde 1820 hasta la abolición total de la pena de muerte al aprobarse la Constitución de 1978. Las últimas ejecuciones con esta máquina fueron las de Salvador Puig Antich y Heinz Chez en 1974, durante la dictadura de Francisco Franco. También se usó en las provincias de ultramar españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El mecanismo del «garrote», en su forma más evolucionada, consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba a la víctima la rotura del cuello. La muerte del reo se producía por la dislocación de la apófisis odontoides de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical.
Si la lesión producida aplasta el bulbo raquídeo o rompe la cervical con corte medular, se produce un coma cerebral y la muerte es instantánea. Pero esto depende en gran medida de la fuerza física del verdugo y la resistencia del cuello del condenado, y la experiencia demostró que raramente sucedía así; la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento, resultante de una serie de lesiones laríngeas e hioideas. Se daban múltiples casos en los que se alargaba la agonía del condenado. A título de ejemplo, el informe médico de la ejecución del famoso José María Jarabo en 1959 decía que la muerte no se había producido de forma instantánea, sino con «excesiva lentitud»; el fallecimiento se demoró veinticinco minutos, después de una verdadera tortura. Jarabo tenía un cuello poderoso y su verdugo, Antonio López Sierra, era bastante débil físicamente.
Ejecución de anarquistas en Jerez en 1892.
Henri Mayer.
El garrote (en latín: laqueus), como instrumento de ejecución, data de tiempos de la República romana. Se sabe que una vez sofocada la segunda rebelión de Catilina, Publio Cornelio Léntulo Sura fue estrangulado junto a otros conspiradores por medio del laqueus; algunos bajorrelieves de la época testimonian su uso.1
En el caso de este método de ejecución, el adjetivo «vil» deriva del sistema de leyes estamentales en el medievo. Por una cuestión simbólica, la decapitación con espada se consideraba pena reservada a los integrantes de la nobleza; en cambio, para los villanos (habitantes de las villas o integrantes de la «plebe»), se mantenía la ejecución «vulgar» mediante «garrote» (garrotazo). Posteriormente se aplicará la ejecución por compresión del cuello de la víctima, conservándose el nombre.
Más adelante, el garrote fue refinado. La variante denominada catalana incluía un punzón de hierro que penetraba por la parte posterior destruyendo las vértebras cervicales del condenado.
El garrote también fue utilizado durante la Edad Media, tanto en España como en Portugal. Luego, fue empleado durante la conquista española de América, particularmente en la ejecución del último emperador inca Atahualpa en la ciudad de Cajamarca, en el año de 1533.
Las ejecuciones de La Mano Negra en Jerez.
El 14 de Junio de 2019 se cumplen 135 años de las ejecuciones por los procesos de La Mano Negra. Ese mismo día del año 1884 siete hombres fueron ejecutados a “garrote vil” en la Plaza del Mercado de Jerez, acusados de haber cometido una serie de asesinatos en distintos lugares del campo de la comarca. Los procesos se hicieron sin apenas garantías legales, y los acusados y detenidos eran en su mayoría militantes de la Federación de Trabajadores de la Región Española, la organización obrera peninsular que representaba a la Internacional (la A.I.T.) en nuestro contexto, y que en aquellos años estaba en auge. https://www.youtube.com/watch?v=oI-ZMr642hE El Gobierno de esa época (Sagasta) se empeñó en identificar a una supuesta sociedad secreta, denominada la Mano Negra, con la Federación, y designó a un Juez especial que fue enviado a Jerez para esclarecer esos crímenes, con gran aplauso de la prensa, los grandes propietarios de tierra y la Iglesia Católica. En los procedimientos judiciales no faltaron las torturas ni los testimonios falsos. El resultado fue el de decenas de condenados a largas penas de prisión (9 de ellos fueron condenados a muerte, pero sus penas fueron conmutadas), y siete personas que no pudieron librarse del garrote vil, en ejecución pública, que seguía recordando a los negros tiempos de la Inquisición. Entre ellos, llama la atención la figura de Juan Ruiz, maestro de una escuela rural en El Alcornocalejo (San José del Valle), que enseñaba a leer y a escribir a hijos de jornaleros. Meses después de las ejecuciones circulaba por la campiña esta copla flamenca:
“Maestrito, maestrito. buen socialista y valiente, por enseñar a tu gente, te condenaron a muerte”.
Y es que, detrás del humo levantado por el Poder de la época para justificar las ejecuciones y encarcelamientos, no había otra cosa: el intento cruel de acabar con los procesos de concienciación, de elevación moral y de organización que se estaban dando en las masas obreras a través de la Internacional en España. Tesis que ya sostuvieran historiadoras como Clara E. Lida, y que la mayor parte de la historiografía corrobora en la actualidad.
Las ejecuciones por los procesos de la Mano Negra nunca fueron revisadas. Los siete hombres que subieron al cadalso en Junio de 1884 quedaron a los ojos de la “Justicia” como unos criminales que merecían la pena máxima. Sólo 20 años después, ocho condenados que aún seguían en prisión, pudieron conmutar la pena de cárcel por la de destierro. Hoy, mucho tiempo después, y aunque las penas de muerte ya no existen en nuestra legislación, podemos utilizar la expresión de “nada nuevo bajo el sol”. Los montajes policiales y judiciales se siguen sucediendo en tiempos de democracia formal, y las “cloacas del Estado” funcionan a golpe de talonario de Fondos Reservados para seguir persiguiendo a disidentes y a movimientos incómodos.
En el 135 aniversario de las ejecuciones en la Plaza del Mercado, parece que a poca gente le preocupan los mártires del movimiento obrero de finales del siglo XIX. A nosotras, sí. Por eso, desde CNT Jerez, convocamos un acto de homenaje a estas personas represaliadas, que tendrá lugar el viernes 14 de junio, a las 19:00 horas, en la Plaza del Mercado del jerezano barrio de San Mateo. Los represaliados por los procesos de la Mano Negra están mucho más cerca de lo que se pueda creer. Son nuestros hermanos de fatigas, son las víctimas de los desmanes del Poder, son las voces antiguas que nos recuerdan de dónde venimos y quiénes somos. No les olvidemos.
Información y fotografía : https://www.lavozdelsur.es/opinion/135-anos-de-las-ejecuciones-a-garrote-vil-por-los-procesos-de-la-mano-negra-en-jerez_118432_102.html
El garrote, con sus refinamientos, fue instituido porque el ahorcamiento se consideraba excesivamente cruel, ya que el lapso hasta la muerte era mucho más largo. En el momento en que se instauró el garrote, principios del siglo XIX, este argumento se mostró válido. Posteriormente los ingleses perfeccionaron la técnica de ahorcamiento mediante caída larga y escotillón, que convirtió este procedimiento en el más rápido y menos cruel.
El uso del garrote se generaliza a lo largo del siglo XIX, favorecido por la simplicidad de su fabricación, que estaba al alcance de cualquier herrero. Mediante decreto de 24 de abril de 1832, el rey Fernando VII abolió la pena de muerte en horca y dispuso que, a partir de entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte con el garrote:
Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de garrote vil en burro, sentados mirando hacia la grupa, o arrastrados. Es la denominación garrote vil la que ha prevalecido y hoy en día se suele usar este nombre para designar tanto al instrumento como a la pena de muerte que lo utiliza.
La ejecución se anunciaba con unos tambores con el parche flojo, no tirante, que se llamaban «cajas destempladas», de donde ha quedado la expresión.
Los últimos hombres en pasar por el garrote fueron el anarquista catalán Salvador Puig Antich, en la Cárcel Modelo de Barcelona, y el delincuente común Georg Michael Welzel (Heinz Chez) en la de Tarragona. Georg, de origen pretendidamente polaco, en realidad era alemán y se llamaba Georg Michael Welzel.3 Sus ejecuciones tuvieron lugar el 2 de marzo de 1974.4 Pero aún hubo un condenado más en 1977, aunque fue indultado: José Luis Cerveto, «el asesino de Pedralbes», condenado a muerte a garrote por un doble asesinato. La última mujer ejecutada en España fue Pilar Prades Expósito ejecutada en la cárcel de Valencia en 1959.
Salvador Puig Antich.
Último condenado a muerte en España por garrote vil.
Ok diario.
En Filipinas la pena de muerte por garrote no fue abolida después de dejar de ser capitanía general española y pasar a ser colonia estadounidense en 1898. En Puerto Rico, al menos cuatro ejecuciones se llevaron a cabo usando este método antes de convertirse en Estado Libre Asociado estadounidense en 1952, aunque la pena de muerte fue abolida en 1929 en Puerto Rico y la última ejecución tuvo lugar en 1926.
Durante la transición democrática española, será finalmente abolida la pena de muerte.
1978: Publicación del «Proyecto de Ley sobre la abolición de la pena de muerte en el Código Penal Común».6 Este es el antecedente del artículo 15 del Capítulo Segundo, Sección 1.ª, de la Constitución Española, que establece la abolición de la pena de muerte «salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra».
1983: La Reforma del 25 de junio supone la desaparición en el Código Penal de la pena de muerte para todos los delitos.
Aunque es de destacar que la Constitución Española aún mantiene la formulación «salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra», esta posibilidad no se recoge en el Código de Justicia Militar. Al ser la Constitución la norma jurídica suprema, la legislación española aún podría formular o modificar las leyes en tal sentido (en tiempos de guerra podría aplicarse la pena de muerte si se legislase al efecto).
Garrote Vil.
Museo de la Tortura en Toledo.
La Ley Orgánica 11/1995, de 27 de noviembre, que abolía la pena de muerte en tiempo de guerra, vino a completar la abolición y a convertirla en absoluta.
España ratificó el Protocolo n.º 13 a la Convención Europea de Derechos Humanos, que establece la abolición de la pena de muerte en cualquier circunstancia, el 16 de diciembre de 2009.
Información extraída de este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Garrote_vil
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