Rosalía Lombardo nació en Sicilia el 13 de diciembre de 1918. Cuando estaba a punto de cumplir los 2 años contrajo una neumonía y, tristemente, falleció. Era el 6 de diciembre de 1920.
Sus padres estaban desolados. Mario Lombardo y María Di Cara se habían casado unos meses después del nacimiento de la niña y los que los conocieron dicen que la llegada de Rosalía fue lo único que faltaba para que la felicidad fuera completa.
Mario Lombardo, el padre de Rosalía no soportó la muerte de su hija apenas una semana antes que la nena cumpliera los dos años. No podía vivir sin ver su amado rostro. Y decidió embalsamarla para verla todos los días.
¿Pero dónde llevarla? En el siglo XVI la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos de Palermo, en Sicilia, se enfrentaron a un gran problema: su cementerio estaba completo. La solución fue construir una cripta bajo el monasterio. En 1599 la cripta ya albergaba los primeros cuerpos embalsamados. Las catacumbas eran reservadas para los monjes, pero con el pasar de los años muchos aristócratas acabaron descansando allí.
En diciembre de 1920, el cuerpo de Rosalía Lombardo entró en los túneles de las catacumbas de los Capuchinos de Palermo. Y se convirtió en leyenda.
El trabajo de embalsamamiento fue tan sorprendente que Rosalía parece estar simplemente dormida. Y hay algo que asombra aún más. Los ojos de Rosalía se abren y cierran todos los días, como si despertara de un sueño.
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