Hay gran variedad de látigos. Entre ellos, los hay de dos, tres y hasta ocho cadenas provistas de abundantes hojas de acero y/o estrellas cortantes que se usaban y se usan para flagelar el cuerpo humano. Para desollar se utilizaban látigos de muy diferentes tamaños; gigantes como “el gato de nueve colas”, que podía lisiar un brazo y un hombro de un sólo golpe, o finos y pérfidos, como el “nervio de toro”, que con dos o tres golpes podía cortar la carne de las nalgas hasta llegar a la pelvis.
El látigo de desollar se empapaba en una solución de sal y azufre disuelto en agua antes de utilizarlo, lo que unido a sus estrellas lo convertían en una herramienta destructiva y muy útil para el torturado. La carne, al ser golpeada, se convertía en pulpa, dejando a la vista diferentes órganos internos.
No se necesitan comentarios para estos artilugios, que parece más armas de guerra que instrumentos de tortura; sin embargo, látigos más o menos similares pero en gran variedad - con 2, 3 y hasta 8 cadenas, provistas de muchas "estrellas", o bien hojas de acero cortantes - se usaban, y en cierta medida aún se usan, para flagelar el cuerpo humano.
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